FERNANDO COUSO GARCIA

– Graduado en Criminología por la Universidad del País Vasco. UPV-EHU.

– Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales.

ZURIÑE GONZALEZ SANCHEZ

– Graduada en Criminología por la Universidad del País Vasco. UPV-EHU.

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Cuidado con lo que dices

Zuriñe González Sánchez

 

Esta semana una conversación, en concreto, un comentario ha quedado grabado en mi mente: “nosotros somos unos ignorantes en estos temas, nos creemos y confiamos en lo que nos dicen”. Un comentario dicho por un familiar de una víctima de abuso sexual que, años después de lo sucedido, se ha atrevido a contarlo y que desde ese día sus vidas ya no son lo que eran.

En este caso, como en muchos otros, las propias víctimas ni se plantean denunciar, su culpabilidad y su implicación en lo sucedido les hace descartar esa idea, “solo” buscan olvidar lo sucedido. Sin embargo, detrás hay una familia que busca justicia y reconocimiento por lo sucedido, con el único objetivo de que una de las personas a las que más quieren en este mundo salga adelante y viva.

Ante esta situación, como profesionales debemos ser serios, razonables y honestos. Al igual que otras profesiones nuestro trabajo es el medio de vida, pero tratamos con personas, con la parte negativa y dolorosa de sus vidas. Cuando una víctima y su familia, que también son víctimas, acuden a nosotros en busca de ayuda y de asesoramiento, no podemos ser categóricos y decirles: “esto está hecho, el agresor está condenado, vais a ganar”.

Los que estamos en este mundo y hemos vivido muchos juicios sabemos que hasta los casos más “claros” pueden tener una sentencia absolutoria. Nada está asegurado hasta la vista del juicio, no podemos empezar un caso diciendo a la víctima que ya está ganado.

Si empezamos diciendo que va a haber una clara condena, el día de la sentencia, incluso una condena, pero más leve, no va ser suficiente, no va a resarcir a la víctima y su familia del dolor, solo va a haber una decepción todavía mayor y arrepentimiento por haber denunciado.

Debemos tener en cuenta que denunciar para la víctima implica revivir y alargar la agonía, un esfuerzo que si todo sale bien les merece la pena y les ayuda a pasar página, pero que también puede ser en balde.

Todo lo comentado no significa ni mucho menos que el denunciar no sea la opción correcta, como víctimas es un derecho que tienen y del que deben hacer uso cuando sea necesario.

Nadie sabe lo que un caso puede dar de sí, todo lo que nos podemos encontrar detrás que puede tanto favorecer como perjudicar, solo nos queda investigar hasta el último detalle y dar lo mejor de nosotros/as para lograr en la medida de lo posible el objetivo de la víctima.

Como profesionales lo que nos vende es un trabajo bien realizado con una atención y un acompañamiento a la altura de las circunstancias, haciendo saber que la sentencia final depende de muchos factores, de los cuales no tenemos el control absoluto.

Por lo tanto, cuidado con lo que se dice, ese primer contacto se da en un momento de gran vulnerabilidad en el que la víctima y su entorno se agarra a clavos ardiendo, no solo digamos lo que quieren oír, seamos sinceros/as y dejemos que decidan lo que quieren para sus propias vidas.