¿Educamos o nos lamentamos?
Fernando Couso García
Valencia. Mediados del mes de junio de una noche tranquila al lado del Hospital Clínico. Sobre la medianoche, un joven de 16 años pide un cigarro a un hombre de mediana edad, petición que este rechazó alegando ya que se negaba a dar tabaco a un menor. A pesar de la insistencia del este último, la actitud del adulto no cambió y mantuvo su negativa.
Hasta aquí una conducta correcta y ética por parte de un adulto.
El menor se alejó del lugar, pero, al cabo de media hora, regresó a las inmediaciones del centro hospitalario, esta vez acompañado de un número indeterminado de amigos. Tras localizar a la persona que se había negado a darle tabaco momentos antes, se acercó a él y sin mediar palabra le asestó una puñalada en la zona lumbar, con un arma blanca.
A pesar de la agresión, el hombre fue capaz de defenderse de un segundo intento de apuñalamiento, a la vez que varias personas que presenciaron los hechos lograron separar al agresor, que intentaba seguir apuñalando a su víctima.
Ayer viernes, y después de varias semanas de indagaciones, agentes de la Policía Nacional lograban detener al agresor, el cual ha pasado a disposición de la Fiscalía de Menores de Valencia, acusado de un delito de tentativa de homicidio. El joven, de origen español, cuenta con varios antecedentes policiales anteriores por hechos similares y otros de robo con violencia.
Hasta aquí un resumen de los hechos. A partir de aquí un análisis que espero llegue a muchos padres, tutores y autoridades.
En primer lugar, y aunque son preguntas que ya aburren, debemos inquirir sobre varias cuestiones;
– Respecto al agresor, ¿qué hace un menor de 16 años con una navaja en su bolsillo?, ¿qué hace un menor de 16 años, de madrugada, por la calle buscando un cigarro?, ¿es una conducta habitual?, ¿qué educación ha recibido/recibe?, ¿quién lo tutela?, …
– Y respecto a los amigos, ¿qué edades tenían los amigos que le acompañaban, también edad escolar?, ¿qué intenciones traían de madrugada, acompañando a perpetrar una agresión por venganza?, ¿estos también portaban armas blancas?, ¿y a estos otros quién/quienes los tutelan?, …
Estos interrogantes se despejan al leer el último párrafo de la noticia “El joven, de origen español, cuenta con varios antecedentes policiales anteriores por hechos similares y otros de robo con violencia”. ¿Con 16 años ya presenta estos antecedentes?, o sea, ¿es un avezado delincuente juvenil?.
Por tanto, si ya ha entrado en el sistema judicial, presenta estos antecedentes y reitera este comportamiento por un simple cigarro, … ¿podemos afirmar que la intervención sobre sus conductas, a todos los niveles, no ha funcionado?. Sí, lo podemos afirmar, no ha funcionado.
¿Entonces, dónde están las posibles soluciones?, pues sin ninguna duda, la primera y más eficaz, en la educación. El IV Plan de Justicia Juvenil, con un periodo evaluado de 2014 a 2018, realizado por el Instituto Vasco de Criminología/Kriminologiaren Euskal Institutua (IVAC/KREI), ha confirmado que la reincidencia delictiva de menores infractores sometidos a intervenciones educativas ha bajado del 28% al 18% en cuatro años1. En el mismo documento se detalla que los delitos juveniles más frecuentes son la violencia o intimidación y las lesiones y robos con fuerza.
Lamentamos de forma recurrente los resultados de la violencia juvenil, pero se escucha muy poca autocrítica y no queremos ni oír hablar de la palabra responsabilidad. Como padres somos responsables de la educación de nuestros hijos y como sociedad somos responsables de la intervención ante sus conductas delictivas. La familia y la escuela son dos contextos privilegiados para la prevención y la intervención responsable. El fracaso escolar, o el abandono prematuro, conduce en muchos casos a la exclusión y a la indeseada intervención social.
Y para lograr esta educación integral hay que invertir en ella, y mucho, desde la más tierna infancia. Desde hace dos años, en el Gabinete Criminológico IUSTITIA venimos impartiendo charlas en centros escolares y educativos, con menores entre 08 y 16 años, orientadas a la prevención de conductas violentas y delictivas, las cuales consideramos fundamentales, por lo que se deben desarrollar e incorporar al resto de asignaturas de su educación. https://iustitiacriminologia.es/#
Bibliografía
1 Los delitos más frecuentes cometidos son robos con violencia o intimidación (19%), lesiones y robos con fuerza (un 12% cada uno) y violencia familiar o de género (10%).
Fuente IV Plan de Justicia Juvenil – Gobierno Vasco. https://www.irekia.euskadi.eus/uploads/attachments/6934/PLAN_JUSTICIA_JUVENIL_2014-2018_(CAST).pdf?1442911407