FERNANDO COUSO GARCIA

– Graduado en Criminología por la Universidad del País Vasco. UPV-EHU.

– Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales.

ZURIÑE GONZALEZ SANCHEZ

– Graduada en Criminología por la Universidad del País Vasco. UPV-EHU.

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La criminalidad: un estilo de vida

Zuriñe González Sánchez

 

Esta semana un terrible suceso acaecía en Navarra cuando una mujer era apuñalada mortalmente, en presencia de sus hijos menores de edad, tras ser embestida por otro vehículo en plena autovía y sacada a la cuneta, para poder perpetrar el horrible crimen.

El presunto agresor se dio a la fuga tras los hechos, lo que llevó a establecer un dispositivo de búsqueda que mantuvo en vilo a los territorios de Navarra y País Vasco durante más de 24 horas.

Finalmente, el presunto victimario, natural de Zumarraga y que residía actualmente con su excuñada y víctima del crimen (le acogió porque él no tenía a donde ir tras salir de prisión), fue capturado en Donostia cuando intentaba cambiar su apariencia física para huir.

No es la primera vez que se relaciona a este sujeto con un crimen mortal, ya en 1998 fue enjuiciado por el atraco a una gasolinera en Ikaztegieta que se cobró la vida de una empleada de la misma. Pero, en aquella ocasión, el jurado lo absolvió por falta de pruebas.

Sea como fuere, es una persona con un largo historial delictivo (varios de ellos de gravedad) que hacía tan solo mes y medio que había salido de prisión tras cumplir condena por alguno de esos delitos.

Por todo ello, queda patente que la función principal de la prisión con este sujeto no se ha cumplido: la resocialización. Además, tratándose de un delincuente peligroso, que se cumpla dicha función es más importante si cabe. ¿Cómo lo conseguimos en estos casos?

Es difícil dar una respuesta, ya que cada victimario tiene unas características en actitud y personalidad que hacen necesarios unos programas de reinserción adaptados a las necesidades de cada persona. En este punto cabe matizar que una de las grandes deficiencias en nuestro organigrama judicial y penitenciario (incluso, post-penitenciario) reside, precisamente, en el tratamiento psicosocial y la preparación para la vida en sociedad. No hay recursos suficientes destinados que garanticen dichos programas de reinserción durante y después de la condena.

Aun así, todo el tiempo que pase en prisión cumpliendo la pena impuesta habría que introducirlo en dichos programas individualizados que trabajen aspectos tales como la socialización, empatía y control de impulsos y de la ira, entre otros. Todo ello no siempre se traduce en que los/as profesionales podamos prevenir la criminalidad en su totalidad, es el objetivo, pero tenemos que asumir unos porcentajes delictuales mínimos. Siempre habrá victimarios con una carrera delictiva muy consolidada, durante la cual no habrá nada ni nadie que los frena de cometer aquellos crímenes que pretendan perpetrar. Tal es así, que, en muchas ocasiones, las causas de ese desistimiento delictual es más un conjunto de circunstancias extrínsecas (vejez, incapacidades psicofísicas…), que una verdadera motivación de dejar el estilo de vida criminal.

Solo nos queda que se les pueda mantener apartados de la sociedad el mayor tiempo posible, para evitar que se cobren más vidas y arruinen el futuro de muchas más personas. Al mismo tiempo, siempre debemos intentar prevenir, en la medida de lo posible, conductas antisociales que deriven en hechos punitivos.