Cualquier conducta violenta, ejercida sobre una víctima mujer, que vulnera su bienestar físico, psicológico o social debido a su sexo o identidad de género. Esta violencia, basada en una situación de desigualdad, es ejercida por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad, parejas o ex-parejas.

Se trata de una violencia que afecta a las mujeres por el mero hecho de serlo y constituye un atentado contra la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres, independientemente del ámbito en el que se produzca. Este sistema de relaciones de dominación de los hombres sobre las mujeres tiene por consecuencia daños físicos, psíquicos, sexuales y/o sociales que van desde las amenazas y la coacción hasta la privación arbitraria de la libertad.

El Instituto de la Mujer (2016, p.1) señala que “el objetivo del agresor es producir daño y conseguir el control sobre la mujer, por lo que se produce de manera continuada en el tiempo y sistemática en la forma, como parte de una misma estrategia».