¿La prevención de la delincuencia juvenil es eficaz? – Parte II
Zuriñe González Sánchez
La delincuencia juvenil es una realidad que está creciendo y que requiere de unas fases de prevención (primaria, secundaria y terciaria) integral y efectiva. La más importante y donde más queda por hacer es en la primaria, ya que es en esta fase en la que prevenimos que se desarrollen conductas antisociales que puedan terminar derivando en la comisión de hechos delictivos. Si nuestra atención como sociedad y como profesionales debe dedicarse en su mayoría a la prevención secundaria (ya hay conductas antisociales, identificado riesgo claro de comisión de hechos delictivos) o terciaria (ya ha habido delito y se quiere prevenir la reincidencia de ese/a menor), llegamos tarde, algo no se está realizando correctamente. Además, recordemos que más de la mitad no reincide, por lo tanto, la prevención terciaria carece de sentido en muchos casos (y la secundaria también, aunque en menor medida).
Habrá quien diga que no reinciden por nuestro buen hacer que consigue prevenir la reincidencia de estos menores infractores y quizás, en cierta medida, estén en lo cierto. Sin embargo, no hay que confiarse, la multitud de factores que inciden en el desarrollo de las conductas, más si cabe en menores, nos tiene que poner en alerta y analizar cada una de las variables que pueda afectar negativamente en ellos/as.
Así, aprovechando los datos facilitados en el informe respecto a algunos de los factores más determinantes, voy a hacer un pequeño análisis.
Uno de ellos es el núcleo convivencial que, en su mayoría, se corresponde con la familia de origen, un dato que por sí mismo nos indica mucho o nada; es cierto que podría ser un indicativo de estabilidad y bienestar familiar, pero dentro de cada familia pueden existir muchas situaciones puntuales o sostenidas en el tiempo que puedan suponer un factor de riesgo (violencia en el hogar, mayor o menor control parental, pérdidas familiares, crisis económicas, antecedentes penales familiares, nivel cultural… entre muchos otros).
Otro factor que siempre se suele tener en cuenta es el consumo de tóxicos, que es habitual en más del 50% de los/as menores infractores, pero no en todos los casos en un hecho relevante. En esta misma línea, suele ser objeto de análisis el nivel de estudios, que al igual que con el consumo de tóxicos y la familia habrá que ver en cada caso concreto si es o no un factor de riesgo por la influencia que pudiera tener en la conducta del/de la menor infractor/a (una familia x, un consuno x y/o un nivel de estudios x no son un factor de riesgo o protección en sí mismos, hay que indagar y contextualizar cada caso concreto).
A estas variables hay que añadir (incluso en el caso de los jóvenes empezaría por esta variable, por su gran influencia) si los miembros del grupo de iguales están en riesgo social o no, qué actividades de ocio realizan, qué estilos de conducta comparten…, porque determinarán, en gran medida, la conducta y personalidad del/de la menor.
En este informe, al hilo de la influencia de las variables, concluyen “con cautela” que “únicamente la motivación por lograr objetivos lícitamente y un estilo cognitivo prosocial parecen ser la antesala de la consolidación de una identidad no criminal” (p. 104). Esto significa que, de acuerdo a la micro investigación que se ha realizado, ven más influyentes las variables internas, es decir, las aptitudes, pensamientos y la biología del menor, que las variables externas (las mencionadas en los párrafos anteriores). Sin embargo, aunque no pongo en duda los resultados ni la investigación llevada a cabo, el día a día y las experiencias me indican que la persona y el ambiente están interrelacionados y que el uno sin el otro no se puede entender, por lo que hay que analizarlo todo.
Por tanto, concluyo que, siendo necesaria la prevención, es necesaria la primaria, aquella que evita los nichos delictivos que se empiezan a gestar, pero que no se han desarrollado aún. Para ello tiene que haber profesionales cualificados y expertos en el análisis de la prevención delictiva: los/as criminólogos/as. No pongo en duda que los/as profesionales/ del área social que ya trabajan con estos menores no sean buenos/as en su trabajo, pero es un perfil más asistencial y educativo que pone parches sobre las consecuencias (prevención secundaria y terciaria), pero no va a la causa. Tiene que haber profesionales que se dediquen exclusivamente a la prevención primaria, para paliar las consecuencias ya tenemos al resto de profesionales.
Hay que crear equipos de profesionales que analicen zona a zona qué menores hay y qué circunstancias tienen, para adecuar el entorno a sus necesidades. Esta es la información que importa y es la información que se describe, pero que no se analiza en los estudios que se realizan, hay unas conclusiones, pero no hay ningún análisis de datos. Es precisamente este último apartado el que hay que trabajar, porque solo desde aquí podremos saber qué ocurre para evitar que siga ocurriendo en el futuro y a ser posible empezar a desarrollar una prevención proactiva, no reactiva.
Bibliografía
Instituto Vasco de Criminología (2020). Evaluación del IV plan de Justicia Juvenil 2014-2018. Recuperado de: https://bideoak2.euskadi.eus/2020/06/15/news_62166/EVALUACION_DEL_PLAN_DE_JUSTICIA_JUVENIL_2014-2018.pdf